En el espacio público de las grandes urbes, desbordado de prisa y desadaptado al peatón, existe una necesidad imperante por promover soluciones que miren hacia la humanización de la ciudad. Espacios que consigan agitar conciencias, transmitir seguridad y entablar una conexión real entre personas.
Y es entonces cuando el arte en lo urbano se presenta inesperado ante quien camina. Y lo invita al pensamiento crítico y la introspección. Un arte que se sumerge en las emociones, cambiando la propia esencia del espacio.
En TheDecorativeSurfaces hacemos referencia a Janet Echelman, una reconocida artista contemporánea. Quien consigue desafiar la categorización, instalando delicadas esculturas suspendidas en el aire en ciudades de los cinco contenientes.
Sus obras respiran tradición y tecnología de vanguardia, mientras danzan con lo efímero del viento. Provocando así emociones sensoriales a quien observa.
De la pérdida a lo creativo.
El proceso creativo de Echelman (Estados Unidos, 1966) surge de la pérdida. La importancia que ésta tiene para abrir nuevos horizontes y posibilidades, se hace evidente en su obra artística actual.
Así, su producción escultórica comienza al viajar a India para exponer su obra pictórica. Sin embargo, su material nunca llegó a Mahabalipuram, una pequeña ciudad en la que exhibiría sus pinturas.
Fue esta pérdida la que le abrió una nueva posibilidad productiva. Lejos de paralizarle, Echelman comenzó a observar cómo los trabajadores del mar ataban sus redes de manera artesanal. Este hecho, le llevó hacia un nuevo enfoque escultórico creando morfologías volumétricas sin materiales pesados.
Con los pescadores de Mahabalipuram (India), Echelmanrealizó su primera serie de esculturas denominada Bellbottoms (1997). Empleando en ellas la técnica artesana de la creación de la red.
Esta serie supuso una interacción mágica con el medio circundante al estar expuesta a las particularidades concretas de un pueblo pesquero. Sin buscar control sobre la naturaleza, sino rindiéndose ella, la serie Bellbottoms se instaló sobre el mar. Esto produjo un juego danzante con el viento, que conseguía emular de un modo puro y natural, el oleaje efímero propio de la costa.
Tras este trabajo de experimentación artística, creó una escultura con la ayuda de los pescadores, con más de millón y medio de nudos realizados a mano. Esta peculiar escultura la instaló en Madrid en 2018.
Más tarde la serie Earthtime se instaló en el paisaje urbano de grandes ciudades como Dubai, Emiratos Árabes Unidos (2018), Beverly Hills, CA (2019), Borås, Suecia (2021) y Helsinki, Finlandia (2021).
Soluciones de vanguardia en el arte urbano contemporáneo.
Para esta serie de esculturas, Janet Echelman combina la artesanía antigua con ingeniería de vanguardia. Así, sus esculturas de nudos de gran formato, crean ondulaciones vivas mientras se combina la ciencia y la tecnología LED. Este hecho,permite iluminarlascreando una sensación casi onírica.
En esta iluminación nocturna, los proyectos se transforman para crear piezas vivas que invitan a la ciudadanía a relacionarse con su espacio urbano. Durante las horas de luz, la magia de las fibras permite observar una estructura cromática que también evoluciona con el tiempo, debido al clima del lugar donde se instala y a la propia vida útil de la misma instalación.
De este modo, gracias a la percepción inesperada del objeto, la obra escultórica de la artista contemporánea permite cambiar la esencia del espacio público y pasa de ser un objeto observado, a un entorno habitado.
Conceptualmente, su serie de esculturas Earthtime responde a las fuerzas destructivas de la propia naturaleza, y cómo éstas pueden llegar a impactar en la vida del planeta. Este concepto se traslada al propio movimiento efímero e inesperado que provoca el viento en las esculturas de Echelman.
Cada vez que un nudo es movido por elviento, el resto de nudos que forman la estructura le sigue sin saber qué ocurrirá. Podría parecer la teoría del caos donde unas masas escultóricas de enormes dimensiones se rinden a la fuerza de la naturaleza a través de diminutos nudos.
Este concepto permite asimilar la problemática actual sobre la sostenibilidad y el respeto por el medio ambiente de un modo sutil y poco forzado. Pues son obras que aparecen inesperadamente ante transeúntes, invitándoles a agitar su conciencia.
La experiencia sensorial de la iluminación escultórica.
La fuerza de la naturaleza se funde hacia la iluminación artificial con la instalación de LEDS de diferentes cromatismos, lo cual permite evocar emociones al observador que le conectan con la experiencia capaz de agitar su pensamiento crítico.
Luz y arquitectura se entrelazan en toda la obra escultórica de Janet Echelman. Provocando, así reacciones emotivas. Lo consigue a través de la recepción de longitudes de ondas de luz. Estas ondas lumínicas que causa la tecnología LED, una vez son asimiladas por el cerebro humano permiten una reacción hormonal innata, la melatonina.
Este hecho fisiológico ha sido aprovechado por una gran cantidad de artistas, arquitectos y diseñadores para provocar en el espectador emociones que permiten mejorar el estado de ánimo.
Una experiencia sensorial que se instala en urbes y permite crear un espacio común para la reflexión. Un espacio donde lo público se convierte en una intimidad introspectiva que podría parecer casual.
Donde la ciudad se paraliza, se adapta y se humaniza a través de las emociones que solo el arte sabe transmitir si se es tratado con la mirada abierta. Con el alma abierta frente a la vida.
