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Crater, la alianza entre la tecnología y el arte

Por 1 abril, 2019 Sin Comentarios

El Crater creado por Arik Levy es una oda a la alianza entre tecnología y el arte. Esta pieza elaborada a partir de un bloque de 8000 kilos es un ejemplo de cómo se pueden traspasar los límites de la materia. Su diseño ofrece dos formas: la que se aprecia a simple vista, la exterior; y la que está “vaciada” dentro del bloque. Es todo un reto geométrico que supuso más de 700 horas de trabajo desarrollado tanto por una máquina como por las manos expertas de los artesanos. Esta pieza de casi tres metros de altura mostrada por COMPAC en EEUU y en forma de réplica de 1,40 en China se suma a otras que son fruto de la colaboración de la firma española y el prestigioso artista de Tel Aviv.

Levy traspasó su idea abstracta a las ideas concretas y palpables: una pieza con la que mostrar cómo se pueden poner al límite las posibilidades técnicas para aportar nuevos puntos de vista a las disciplinas del diseño y la arquitectura. Esta creación se plasmó en un diseño apto para su ejecución en una máquina de control numérico.

Sin embargo no fue fácil localizar un equipo especialista en este tipo de trabajos dada la complicación de la geometría del Crater. No se trataba de dar unas indicaciones para que la máquina actuara de forma autónoma. Nada más lejos de la realidad. Un técnico con gran experiencia debía interpretar la pieza y entender por donde debía “atacarla” para que del bloque aflorase la escultura. En muchos momentos el motor eléctrico por su tamaño no podía acceder al interior del bloque, por lo que entraban en acción los artesanos que  debían también vaciar y al mismo tiempo dibujar los patrones internos ideados por Levy. Este delicado trabajo se realizó a mano, con taladros, lijadoras, cortadoras… Para ello contaban con una maqueta, una miniatura de la escultura, que podían estudiar y analizar en tiempo real. Esta pieza a escala les permitía ver de forma integral y real cómo debían dar cada uno de los pasos para respetar al máximo la creación del diseñador. El pulido posteriormente también se realizó a mano.

En este contacto directo con el material COMPAC los artesanos se sorprendieron de sus cualidades.  Indicaron que se trataba de un material muy uniforme que ofrecía más posibilidades técnicas y versatilidad que la propia piedra natural, y les llamó la atención su resistencia dado que no se generaban fisuras ni grietas con los golpes y otras acciones propias de la manipulación. 

Tras los trabajos, el peso de la pieza quedó reducido a 800 kilos, lo que da fe del exigente trabajo que supuso. A cambio nació una imponente escultura que capta todas las miradas allá donde se presenta.

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