Arquitectura

Arquitectura y Economía Circular, una alianza pendiente

Por 17 octubre, 2018 Sin Comentarios

El calentamiento global es una responsabilidad compartida por todos, no solo de los políticos que gestionan los recursos públicos, por tanto hemos de pensar en soluciones de manera global pero también en el plano particular, en todos los sectores, cada uno dentro de su ámbito de influencia. En ese sentido, la solución más viable en términos económicos y culturales, la que más posibilidades tiene de triunfar en la actualidad, se llama Economía Circular. Consiste en desarrollar una cadena de producción y consumo que envíe el material utilizado –y desechado– al punto de partida. Maneja la idea de que el residuo no existe, porque no se genera o porque puede ser reenviado al primer escalón del proceso productivo.

¿Se puede adoptar esta estrategia en el ámbito de la arquitectura? Se debe, y las cifras así lo reclaman. Según un informe elaborado por la Comisión Europea en el año 2014, la construcción y el uso de los edificios en la UE representan el 40% del consumo final de energía, el 35% de las emisiones de gases de efecto invernadero, el 50% de todos los materiales extraídos, el 30% del consumo de agua y el 35% del total de los residuos generados. Como podemos comprobar, el sector de la construcción tiene entidad suficiente para ser considerado estratégico en el diseño de políticas sostenibles, en especial en lo que se refiere a la explotación de recursos limitados y en la gestión de los residuos provenientes de la posterior demolición.

Tal y como indica el informe sectorial elaborado por la asociación –sin ánimo de lucro– Green Building Council, España sufre escasez de recursos naturales, por lo que es imprescindible reducir el consumo de estos recursos, entre los que se incluye la energía. En teoría reduciendo la dependencia de los recursos externos se logrará un mayor grado de inclusión y justicia social y, particularmente intergeneracional, a una escala global.

La reducción de ese consumo se conseguirá, según el ideario de los expertos en sostenibilidad del sector, adoptando la mencionada Economía Circular. Construyendo de manera que el edificio tenga diferentes usos y el material se pueda reutilizar. “En el diseño de edificios queda mucho por hacer. Lo ideal es que se fabriquen edificios modulares, desmontables, edificios económicos y eficaces que puedan ampliarse o tener otros usos en el futuro; pero en la arquitectura hay una corriente tradicional muy sólida y aún se construye colocando ladrillo sobre ladrillo”, explica Jordi Bolea, coordinador del Área de Economía Circular en Green Building Council España.

En efecto, uno de los obstáculos a los que se enfrenta el sector en su camino hacia la sostenibilidad es el cultural: desde el promotor al constructor pasando por el usuario, falta cultura del reciclaje dentro de la arquitectura. Ya sea por escasez de información o por simple desinterés, los edificios que se levantan en la España poscrisis siguen ignorando los criterios de desmontabilidad, ampliabilidad y reutilizabilidad recomendados desde la Unión Europea.

 

Por otra parte, más allá del diseño del edificio, los materiales pocas veces satisfacen los estándares de sostenibilidad necesarios. Hay excepciones, como los cuarzos y mármoles diseñados por Compac con las certificaciones LEED –que garantiza la eficiencia energética y el diseño sostenible– o Greenguard –que asegura la calidad del aire interior–, pero el panorama en general es poco alentador. Así lo considera Cristina Martínez, presidenta de AAYMA, una agrupación de arquitectos que promueve la innovación y la sostenibilidad. “En España hay una gestión de los residuos muy pobre y, en parte, el problema surge desde algunos proveedores, que no ofrecen materiales reciclables con los que trabajar”, afirma Martínez.

Cuando el edificio, después de construido, ya ha agotado todas sus posibles funcionalidades, entonces se abre otro proceso relacionado con la gestión de los residuos: la demolición. Desde la Unión Europea se exige que el 70% del material resultante de las demoliciones no acabe en vertederos, pero en la práctica ese porcentaje queda muy lejos. De hecho, el informe que elaboró la propia Comisión Europea ya lo indicaba: “el 54% de los materiales de demolición son enviados a vertedero, mientras que en algunos países sólo son enviados a vertedero un 6%”.

En relación a este tema, Carmen Martínez desempolva una vieja anécdota bastante ilustrativa: “Hace unos años, cuando se quería derribar el antiguo hospital La Fe de Valencia, la Administración sacó un concurso de obra en el cual se valoraba positivamente a la empresa que encontrara el vertedero más grande en el que arrojar los restos. Ese era el nivel”, recuerda la arquitecta.

Toma de conciencia

Hace algunos años había barra libre de residuos, pero España y, sobre todo, la Unión Europea, están empezando a tomar conciencia del problema medioambiental que supone prolongar esa cultura. Según Jordi Bolea, el Gobierno tiene entre sus planes el adoptar la Economía Circular en todas las industrias posibles, aunque de momento casi todos los esfuerzos se los lleva la reducción y eliminación de plásticos.

“Nosotros hemos hablado con los distintos ministerios y tienen constancia de las necesidades en el sector de la construcción. No hay que esperar para actuar. Hasta ahora nunca se ha contabilizado el coste medioambiental que supone construir sin perspectiva de futuro y sin criterios de sostenibilidad. La industria no paga el daño, solo cuando sobrepasa un nivel determinado de contaminación, y recuperar residuos entraña un coste elevado que casi nadie quiere asumir”, resume Bolea.

Adoptar la Economía Circular en la arquitectura es, por tanto, una urgencia. Fabricar materiales que se puedan reutilizar, diseñar edificios que se puedan reaprovechar en segundas vidas y demoler siguiendo los estándares de sostenibilidad fijados por la Unión Europea. De lo contrario, si no se sigue esta línea, el planeta acabará siendo un gran solar despoblado y lleno de edificios por derruir.

 

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